Alex es un niño de tres años. Ha comenzado la educación infantil en el "cole de los mayores" y su tutora ha hecho un descubrimiento durante los almuerzos. A lo largo de tres meses este niño sólo ha traído de casa yogures, potitos de frutas, zumos y batidos. ¡Alex no sabe masticar! Cuando se le advierte a la madre de que ya debería haber introducido a su hijo en la alimentación sólida y equilibrada, ella advierte que no lo ha hecho porque todavía es pequeño.
Se de pide que en los almuerzos Alex traiga alguna cosa sólida, de textura blanda y de su gusto, pero el niño, aunque se introduce algún trozo en la boca, la deja abierta y no sabe que hacer con la comida. Y en casa nunca ha tenido curisidad por lo que comen los padres o familiares porque siempre como solo y después se va a dormir o ver la televisión.
Este caso es más común de lo que parece. Pensamos que nuestros hijos son todavía "demasiado pequeños" para hacer tal o cual cosa, sin darnos cuenta de que no les estamos haciendo ningún favor. Muy al contrario, les negamos la posibilidad de autonomía que ya deben desarrollar a edades tempranas y de hacerse mayores, cosa que siempre será del agrado de los niños.
Mantener hábitos como este, junto con otros como darles biberón con cereales haciéndoles un agujero mayor en la tetina (así desayunan mientras yo hago otras cosas o se alimentan mejor y en menor tiempo), no sentarlos en la mesa cuando les damos la comida, no dejar que empiecen a intentar comer solos (es que se manchan), no darles la oportunidad de probar alimentos nuevos (es que no va a querer y no come lo que debería), no abandonar chupetes y biberones para beber (hay que estar muy pendientes con el vaso), sentarlos a comer delante de la tele (están distraidos y les meto la cuchara en la boca, si no no come) y un largo etcétera, no benefician en la adquisición de buenos hábitos de alimentación.
Hay otros muchos consejos que podríamos seguir y beneficiar a nuestros hijos. Sólo hace falta buscar un poco. En la sección Libros ya os damos algunos recursos.
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